Sociales o solitarios, los animales aprenden trucos de supervivencia para poder sobrevivir

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Denominado como “aprendizaje social”, este comportamiento eleva las chances de supervivencia. Cuáles son los aspectos que analizan estos animales y qué aprenden cuando se copian unos de otros.

El pulpo, a pesar de ser un animal solitario, también aprende trucos de supervivencia de otros animales.

Muchos animales viven en grupos. Uno de los principales beneficios de esto es el conocimiento compartido. Esta información puede ayudar a los animales a abordar problemas como dónde encontrar comida y pareja, cómo seguir las rutas de migración y cómo evitar a los depredadores. Otros animales del grupo son valiosas fuentes de información.

Las ratas, por ejemplo, aprenden qué tipos de alimentos son seguros para comer oliéndolos en el aliento de otros miembros de su colonia. Mientras que las aves mynah indias aprenden sobre nuevos depredadores a través de las llamadas de socorro de sus compañeros. En resumidas cuentas, los animales aumentan sus posibilidades de supervivencia siguiéndose, copiándose y aprendiendo unos de otros, un comportamiento denominado por los científicos como “aprendizaje social”.

Sin embargo, existen muchos otros animales que prefieren pasar la vida solos. ¿Esto quiere decir que tienen que resolver sus problemas por sí mismos? No necesariamente, ya que, pese a que no existe una amplia revisión científica reciente, parecería que vivir solo no es una barrera para aprender de los demás. Hay docenas de ejemplos de aprendizaje social en especies solitarias de insectos, pulpos, peces, tiburones, lagartos, serpientes, tortugas y tortugas.

Esto no debería ser una sorpresa. Los animales solitarios no están necesariamente aislados del contacto social. De hecho, muchos viven en mundos sociales inundados de señales de olor de otros animales; también entran en contacto (y, a veces, chocan) con estos animales con regularidad. Así como los que viven en grupo adquieren valiosos conocimientos de los demás, los animales solitarios también pueden hacerlo.

A pesar de que muchos animales viven en grupos, vivir aislado no es una barrera para la supervivencia.

Un estudio encontró que los grillos de madera pueden aprender a ser cautelosos al observar el comportamiento de otros grillos que se han encontrado recientemente con arañas depredadoras. Otra investigación reveló que las tortugas de patas rojas de América del Sur pueden observar a otras tortugas para aprender a sortear una barrera. Y los lagartos de pared italianos, una especie nativa del sur y centro de Europa, copiaron a los lagartos entrenados para aprender qué tapa quitar para acceder a una recompensa de comida.

El aprendizaje social puede explicar cómo el comportamiento puede propagarse a través de las poblaciones animales. Algunas especies de mamíferos de pastoreo, por ejemplo, comparten rutas de migración entre hábitats críticos de alimentación y reproducción. Comprender cómo surge y se desarrolla el aprendizaje social puede informar la conservación y el manejo de especies.

Este comportamiento, además, es una parte clave de la cultura humana. Comprender cómo los animales comparten el conocimiento ofrece información sobre cómo se desarrollan nuestras propias mentes. Pero todavía sabemos comparativamente poco sobre el papel que juegan la selección natural y la exposición temprana a las señales sociales en la configuración del aprendizaje social.

La medida del aprendizaje social está relacionada con el tamaño y la complejidad de los grupos sociales. (Pixabay)

Algunos animales aprenden mejor que otros

Compartir conocimientos es un mecanismo importante en el mundo natural, y muchos animales solitarios son capaces de hacerlo. Pero, ¿qué animales captan mejor las señales sociales? La mayoría de los que viven en grupo estarán expuestos a la información social con más frecuencia que los solitarios, por lo que pueden sintonizarse más con ella a través de la selección natural o de la experiencia.

Algunos científicos argumentan que el aprendizaje social es lo mismo que otros tipos de aprendizaje a nivel cognitivo, excepto que la fuente de información resulta ser otro animal en lugar de alguna característica inanimada del entorno. Sin embargo, es posible que los órganos de los sentidos y las regiones del cerebro que participan en la recopilación y el procesamiento de la información social hayan sido seleccionados durante muchas generaciones para estar más atentos a las señales sociales.

La investigación emplea técnicas estadísticas para buscar evidencia de selección natural entre grupos de animales relacionados, para ver si factores como vivir en grupos están vinculados con otras adaptaciones, como las relacionadas con la cognición. Un estudio que se realizó con primates mostró que una medida del aprendizaje social estaba relacionada con el tamaño y la complejidad de sus grupos sociales.

Las ratas jóvenes aprenden sobre nuevos alimentos de sus compañeros de guarida. (Foto: Twitter)

En el futuro, se podrían aplicar enfoques similares a los árboles genealógicos que contienen especies de animales solitarios y que viven en comunidad (como grupos de peces e insectos con comportamientos diversos). Esto permitiría a los científicos ver si la agrupación no solo afecta qué tan bien un animal aprende socialmente, sino también el hardware sensorial y neuronal detrás de esto.

Exposición temprana

La cantidad de exposición social que un animal recibe al principio de su vida también puede afectar qué tan bien aprende de los demás más adelante. Las ratas que aprenden sobre nuevos alimentos de sus compañeros de guarida lo hacen asociando el olor de los alimentos comidos recientemente con compuestos que las ratas exhalan. Adquieren esta habilidad cuando son cachorros y aprenden a emparejar el olor de la comida con el olor del aliento de su madre mientras los acicala.

Sorprendentemente, la investigación encuentra que las ratas con madres desatentas que las acicalan menos cuando son cachorros no adquieren la misma capacidad para aprender sobre los alimentos del aliento de los demás. Por el contrario, se sabe poco sobre la importancia de la exposición social en animales jóvenes solitarios.

Sin embargo, aunque restringir la exposición social puede no ser ético para los animales que viven en grupos, este no será el caso para las especies solitarias donde la interacción social limitada es la norma. En los experimentos que manipulan la exposición temprana a señales sociales, estas especies solitarias pueden ampliar la comprensión científica de cómo los animales captan las asociaciones que conducen al aprendizaje social.


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