Fue el polvo lo que acabó con los dinosaurios

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Los granos de silicato expulsados tras el impacto de un asteroide hace 66 millones de años permanecieron quince en la atmósfera y enfriaron la superficie de la Tierra hasta 15 °C.

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La historia del fin de los dinosaurios, la que la ciencia da por buena, cuenta que hace unos 66 millones de años un meteorito impactó en lo que hoy es el extremo noroeste de la península de Yucatán (México). La roca, de unos 10 km de longitud, golpeó la Tierra con una fuerza equivalente a la de 10.000 millones de bombas atómicas como la de Hiroshima, desencadenando un tsunami brutal y, lo que resultó aún peor, expulsando a la atmósfera una fatal nube de escombros. Con los rayos del Sol bloqueados, un largo invierno global terminó con el 75% de la vida en el planeta, incluidos los malogrados dinosaurios.

Sin embargo, lo que no está claro es qué componentes de esos escombros jugaron un papel más importante en la extinción masiva. Investigaciones anteriores habían apuntado al azufre liberado durante el impacto y el hollín de los incendios forestales posteriores como los principales culpables de que el cielo quedase cubierto.

Un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores belgas sugiere que fue el polvo fino de silicato de la roca pulverizada lo que probablemente ocasionó el enfriamiento del clima global y la interrupción de la fotosíntesis.

Parón en la fotosíntesis

Para evaluar el papel del azufre, el hollín y el polvo de silicato en el clima posterior al impacto, los investigadores produjeron simulaciones paleoclimáticas basadas en un análisis de material de grano fino colocado en un depósito de impacto bien conservado de un yacimiento en Dakota del Norte (EE.UU). “Trabajamos en muchos sitios de K-Pg [el límite Cretácico-Paleógeno] en todo el mundo desde hace más de 30 años. El sitio bien conservado de Tanis en Dakota del Norte era ideal para medir el tamaño de grano de la capa de K-Pg, por eso lo elegimos”, dice a este periódico Philippe Claeys, profesor de Arqueología, Cambios Ambientales y Geoquímica (AMGC), de la Universidad Libre de Bruselas, y autor del artículo que este lunes publica la revista ‘Nature Geoscience’.

Los investigadores descubrieron que la distribución del tamaño de los restos de silicato (aproximadamente 0,8 a 8,0 micrómetros) revelaba una mayor contribución de polvo fino de lo que se había apreciado anteriormente. Entonces, introdujeron la distribución de tamaño medida en un modelo climático y estimaron que ese polvo fino podría haber permanecido en la atmósfera hasta 15 años después del evento, contribuyendo al enfriamiento global de la superficie de la Tierra hasta en 15 °C. Sugieren que los cambios en la radiación solar inducidos por el polvo también pudieron haber interrumpido la fotosíntesis durante casi dos años después del impacto.

“El polvo fino se concentra densamente en la atmósfera y es eficaz para bloquear la luz solar y, como consecuencia, detener la fotosíntesis en la Tierra durante hasta 2 años. Este bloqueo de la luz solar también reduce la temperatura, junto con la presencia de aerosoles de azufre”, explica Claeys. A su juicio, fue la parada de la fotosíntesis el principal factor para la hecatombe.

Los autores sugieren que el papel del polvo de silicato, junto con el hollín y el azufre, habría bloqueado la fotosíntesis y habría sostenido un impacto invernal lo suficientemente largo como para provocar el colapso catastrófico, desencadenando una reacción en cadena de extinciones.

Fuente: abc.es


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